Con la digitalización y las nuevas tecnologías, el mundo y las interacciones sociales cambian cada día. Con ello, la forma de trabajar también se reinventa para incluir los grandes avances tecnológicos y que estos repercutan positivamente en la mejora de la productividad y agilidad de las empresas. Uno de los conceptos que más se ha extendido en los últimos años es el denominado coworking o espacio de trabajo flexible, un término cada vez más popular. Pero ¿en qué consiste realmente?
El coworking se basa en compartir un espacio común en el que los profesionales trabajan a la vez que comparten ideas y proyectos. En sus inicios se trataba de un modelo más enfocado a autónomos, teletrabajadores, startups o pymes, pero actualmente, y con la evolución del sector, el coworking se ha consolidado como un modelo con grandes ventajas para empresas de todos los tamaños, ya que permite optimizar costes, ubicarse en una localización estratégica y contar tanto con espacios privados como colaborativos que se adaptan al crecimiento y necesidades de cada equipo. Adicionalmente, estos espacios flexibles permiten rodearse de profesionales con diferentes redes de contactos, con el objetivo de generar mayores oportunidades de negocio.